Foto tomada de Latin American Herald Tribune |
Poema de la sublime confesión
Contienen las vidas
de aquellos que fueron policías,
en 1936. ¿Qué
me haré con esas? ¡Oh, canto
mío!
¡Oh, confesión!,
la sangre. La sangre, por supuesto, es
roja. Un mundo se
entrega al mundo que lo conquistó.
Pero ¿qué
quiero decir con eso?
Ya es tiempo, ya ha
llegado el tiempo de pasar un
buen tiempo, dentro
de lo oscuro que no se sabe lo
que pueda ser. ¿Qué
les parece? Una neblina, fílmica la
neblina, con un
chino que ya no existe.
Pero si yo floto,
sin ponerme de pie, ¿para qué
me
voy a poner hablar?
No, no, oh canto, oh confesión,
hablar no puede ser
bueno, en esas condiciones.
Repito, roja era la
sangre que allí estaba. Yo, entre tantas
cosas que no me
sacudieron, un día me creí apto para
volver a pintar el
Guernica.
Por eso, aunque
estoy viejo, yo permanezco tan confuso.
confesión, que
intentando estoy?
Por favor, hagan un
esfuerzo y díganmelo.
Me harían un gran
bien.
Lorenzo García Vega
( Tomado del libro,
Antología)
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