‘Yo, el arquero aquel’, poemas como alivio, por Elena Iglesias para el Nuevo Herald

Elena Iglesias

Especial/El Nuevo Herald

Por años había escrito poesía, pero nunca pensó que podía publicar. Finalmente, Manny López (1969, Morón, Cuba) nos entrega su primer libro editado por Velámenes: un poemario de encuentros y desencuentros con el amor y con su alma. Fue gestado en el patio de Zu Galería, un lugar fundado por él, que durante cuatro años fue el espacio alternativo por excelencia del arte y la literatura en Miami. “Creo que necesitaba el empujón final para tomarme en serio, para dejar de ser un aficionado a la poesía y convertirme en un profesional”, asevera.

“En este libro reflejo la ansiedad de una historia personal que germinó en poemas, instantes que me hicieron crecer emocionalmente. Con él he cerrado capítulos y llegado a mi actual estado de animo, con momentos lindos que me han tocado
vivir. Sí, he vivido con mucho dolor, pero soy un hombre más fuerte de lo que todos imaginan”.

El poeta revela que a través de su vida ha amado muchísimo, pero no es de los que piensan que el gran amor es solo uno. “He encontrado amor en muchas personas, no solo en las parejas, sino en los amigos”.

En su poemario, López hace innumerables referencia al olfato, a los olores. “Los olores son sumamente importantes para mí”, confirma. “El olor es altamente sensual, erótico. Puedo recordar personas por sus olores, aquellos que se quedaron impregnados en mi memoria… y los de hoy.

“Por ejemplo, cada vez que abrazo a mi abuela, siempre huele riquísimo, con un perfume limpio, fresco, como si acabara de salir del baño… ese olor está ahí en la punta de la nariz”.

Entre los poemas favoritos de su libro está Busco sonetos perdidos, porque fue el primero y el que le dio el impulso para seguir. “Después escogería He decidido perderme en poemas, porque fue la primera vez que me di cuenta que esa historia que yo luchaba porque existiera en mi vida, no era la que estaba destinada para mí. En ese momento vi una cierta luz”. Otro de sus preferidos es Tengo pedazos muertos, porque lo obligó a darse cuenta de muchas cosas que había querido ignorar. “Me dio valentía para enfrentarme a todo lo que vendría”.

López ha buscado refugio siempre en libros, música, arte, viajes, todo lo que pudiera enriquecerlo, porque, según él, lo único que queda es lo aprendido. “Con 42 años he vivido mucho. A veces me siento de 80, pero también me he refugiado en mi cueva y de esos escondites han nacido muchos escritos… a veces olvido lo que escribí y me reencuentro con ellos más tarde, entonces me pongo a trabajarlos”.
En las noches de desvelo, el poeta cubano trata simplemente de calmarse. “No uso drogas, no tomo calmantes, y solamente bebo de vez en cuando vino. He tratado mi desvelo ‘al duro y sin guante’ y confieso que me ha caído encima todo lo que no funciona, como una ola gigante, pero esos momentos los he revivido en la poesía, que es la mejor medicina”.

López siente un completo alivio de haberse desahogado en este poemario. “Era importantísimo para mí publicar este libro, es el comienzo de mucho y el final también de mucho. De hecho, me miro en el espejo y veo a un Manny diferente… no tengo insomnio, el olfato está mejor que nunca, tengo un cómplice que me trajeron los dioses, y muchos proyectos. He emprendido el camino que me esperaba”.