Turandot viene y va como sonámbula
toma pildoritas para calmarse
cual si fueran golosinas.
Pero ya nada la calma.
Viaja por compromiso
siempre con cara larga
porque en realidad lo detesta.
Detesta casi todo.
Turandot se compra zapatos de renombre
alivia sus dolores con algo que le cae en la cartera
lee libros en las noches desoladas.
Que son todas las noches.
Turandot es una experta para el veneno
riega a todos con su poción
desde el desamparado con el corazón roto
hasta al señorito de porcelana.
Turandot grita alaridos
intimida con palabrotas de bar de marineros
Ella, una victima más
de su desmesurado odio.
Turandot mira desde la torre con la espada en alto
se le han derrumbado todos los puentes
siempre ha dependido de la bondad de los extraños.
Y mañana será otro día…
Manuel A. López
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