Tiempo atrás
no me era suficiente solo
una muñecona de ojos grandes
cuello largo
nombre bíblico.
Una, tras otra
llegaban a quedarse
resignadas a convivir
con muebles viejos
y libros polvorientos.
La Carmen fue la culpable
o sería la manipuladora
esa maestra de ceremonias
con todas las respuestas
que yo necesitaba oír.
Después llegaron algunas
que venían descoloridas
líneas negras
con un luto perenne
encerradas en su dolor.
Perdí la cuenta
juraba que una más…
me aseguraría
el puesto deseado
y la eternidad.
Manuel A. López
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