Primeras aguas de enero
No me dejes caer, amor. La espiga
teme al sol que la entibia o que la seca,
y el alma teme al alma, al alma hueca;
y el río a las barcazas enemigas.
No me dejes caer, amor. El hombre
teme al hondo cristal de la semilla.
Un espectro en sí mismo que se astilla,
el hombre es un dolor que mata al hombre.
Te lo advierto: si caigo, irás conmigo
oculta entre las mangas de mi abrigo,
grabada en el horcón de mi cintura.
Si soportamos, ya no habrá condena.
Seremos miel dual en su colmena:
una mano de doble empuñadura.
Alberto Serret
La Habana, 1987
(Tomado del libro, El mediodía y la sombra)
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