About Me
- Manny Lopez
- Welcome to my blog! Sometimes, I write in Spanish, others in English, but basically this is my daily diary of sorts. Los invito a mi blog, que es como un diário de mis eventos y escritos que a veces son en español, y a veces en inglés...
Tuesday, January 31, 2012
Monday, January 30, 2012
Un poema de René Ariza
Llego en sueños
El poeta no encontraba
puentes que le llevasen al corazón de todos.
Extraviado el camino
en una noche de insultantes estrellas,
halló su propio corazón
tiritando bajo una piedra negra.
Háblale al corazón,
viejo poeta dormido,
háblale al corazón
Quizá el consienta
en andar, aún con todas sus heridas,
por sobre los carbones en ascuas del silencio.
Y por entre el fragor de las viejas batallas
que parecen sin término.
Háblale al corazón
¡Díle que es posible
el más amado de los imposibles!
René Ariza
(Tomado del libro, Escrito Hasta en los Bordes)
Sunday, January 29, 2012
Saturday, January 28, 2012
Un poema de José Martí
Al Buen Pedro
Dicen, buen Pedro, que de mi murmuras
Porque tras mis orejas el cabello
En crespas ondas su caudal levanta:
¡Diles, bribón, que mientras tú en festines,
En rubios caldos y en fragantes pomas,
Entre mancebas del astuto Norte,
De tus esclavos el sudor sangriento
Torcido en oro, descuidado bebes, -
Pensativo, febril, pálido, grave,
Mi pan rebano en solitaria mesa
Pidiendo ¡oh triste! al aire sordo modo
De libertar de su infortunio al siervo
Y de tu infamia a ti! Y en estos lances,
Suéleme, Pedro, en la apretada bolsa
Faltar la monedilla que reclama
Con sus húmedas manos el barbero.
José Martí
(Tomado del libro, Poesías, Grandes Maestros Colección Universal)
Friday, January 27, 2012
Vivir poéticamente: palabras de Álvaro Alba para la presentación de "Días ya vacíos"
Y es que el romanticismo alemán fue su tema preferido y su poeta, Johann Christian Friedrich Hölderlin. Disfrutaba ese modo de hacer poesía conjugándolo con la reflexión germana. En alemán y con Hölderlin, comprendió e interiorizó ella que ser poeta era una “profesión de fe completa”, como confesó en cierta ocasión el genial y atolondrado poeta en una carta a su madre.
Tradujo Elena del alemán versos de ese clásico y con orgullo los presentaba, fruto de su trabajo inicia. Fue la literatura y la filosofía alemana un castillo de valores que fue cimentando la cultura universal de aquella recién graduada universitaria.
En el dolor humano, en el dolor espiritual, está el origen de su poesía y este dolor marcó toda su obra. Ella comprendió que la esencia de la poesía se halla cuando el poeta queda consigo mismo en la suprema soledad de su destino. Tenía ella llevaba enraizada la poesía en su corazón, como el poeta alemán.
He visto a pocos con tanta fe en la poesía, o quizás Elena ha sido la única a quien he conocido con ese compromiso, consciente y predicando el origen divino de la poesía. Tenía ese concepto perenne de lo poético para ver el mundo. Era su prisma. Había poesía y separado - todo lo demás del mundo. Y el poeta fue, es y sería, decía, sagrado, divino, elevado, es casi un mensajero de Dios, un elemento celestial.
Ella compaginaba lo universal de la poesía con el dolor del poeta. Y terminó escribiendo con ese sentido trágico de la vida propia de aquellos alemanes clásicos del romanticismo.
Fue su poesía inicial carente de consignas o llamamientos ideológicos. No se propuso ser una “ingeniera del alma”. Rechaza la labor, confesando que –
Los más elementales atisbos de política,
los efectos y causas me eran también ajenos.
No puede ser enmarcada dentro de una corriente o grupo de la poesía cubana. No es un equipo determinado como gustan de clasificar a los intelectuales cubanos, por aquello de Orígenes, Pensamiento Critico, Novísima o Segunda Novísima, El Caimán, Lunes de Revolución, etc. No entra dentro de esas características de una corriente determinada o grupo literario. Compartía tertulias con todos los poetas de la Isla, y no porque fuera la esposa de uno de ellos, Osvaldo Navarro. Ella era poeta.
Rompe Elena los moldes para ser más que una poeta de la isla o del exilio. Aunque no lo incluían con frecuencia en los poemarios de una u otra orilla, con la excepción de Arcanos de la espera: Veinte poemas cubanos en Miami (2005).
Y disfrutaba de conversar lo mismo con los jóvenes talentos cubanos como Carlos Pintado, Raúl Ortega o Heriberto Hernández, que compartía sabiduría con Orlando González Esteva, Lorenzo Fuentes, Belkis Cuza o Norberto Fuentes.
En la poesía alemana disfrutaba lo mismo un clásico medieval, como lo era Holderling, como al moderno, Paul Celan, a quien consideraba como el más grande del siglo XX en esa lengua.
De la poesía germana se traslada a la rusa con una inmersión total. Deja las aulas cubanas para pasar a los salones de Moscú, donde se recitaban poemas perdidos, olvidados y prohibidos. Llega en una de las etapas más importantes de la historia de ese país – la perestroika. Consideraba un privilegio el vivir la perestroika en Moscú, donde hace sus estudios de postgrado en literatura.
Allí descubrió la obra poética de Anna Andreevna Ajmatova y Marina Ivanovna Tsvietaeva que se le abren en toda su dimensión y dolor; y páginas de la historia que estuvieron por años selladas, prohibidas o mutiladas.
También Serguei Alexandrovich Esenin, Alexander Alexandrovich Blok, Osip Emilievich Mandelshtam y Vladimir Vladimirovich Mayakovsky, los poetas del Siglo de Plata, esos que con nombres propios van de la poesía rusa a la soviética, al margen del realismo socialista. Son esos poetas románticos, llenos de tragedia y dolor; a la mejor manera del alma rusa. Cada vida destrozada de un poeta bajo el estalinismo tenía para ella un simbolismo.
Si tenía que releer algún poeta de esos, Anna A. Ajmatova era la preferida. Tenía una reproducción del boceto que hiciera en 1911 Amadeo Modigliani a la entonces joven poeta rusa en París que acompañaba a Elena de ciudad en ciudad, de casa en casa.
Ella se apropió también del dolor de la poesía rusa, con la tragedia perenne del poeta eslavo. En el ambiente literario de Moscú disfruto los versos de aquellos que se iban abriendo paso de nuevo en las editoriales, y oía, de primera mano, a autores clásicos como Yevgueni Alexandrovich Yevtushenko y compartió con Lev Nikolaevich Gumiliov, el hijo de Anna Andreevna Ajmatova y Nikolai Stepanovich Gumiliov. Detenido Lev durante el estalinismo, cargando las culpas de su padre y los poemas de su madre.
Visitó en la entonces ciudad de Leningrado, la casa No. 34 de la calle Fontanka, donde por más de 20 años vivió Ajmatova, la poetisa que idolatraba. Gustaba Elena no solo de recitar el Réquiem sino de repetir, para que otros supieran ese importante mensaje que lanza la poetisa rusa en un fragmento de su corto, pero monumental poema Réquiem –
Esa fue entonces la tarea de Elena, describir el dolor. Asumió como Ajmatova la misión de contar lo que viera, lo que sintiera. Esa tarea poética de mostrar el dolor que escapa a la vista de otros, del dolor personal, familiar, nacional, universal, del dolor humano y animal. El estoicismo de Ajmatova para soportar el dolor personal y hacer de él poesía, era su paradigma.
Aprovechó aquella época dorada para conocer y ver más. Recordaba que al visitar la casa donde vivió el poeta turco Nazim Hikmet, le venía a la mente un libro publicado en La Habana en los años 70, titulado Duro oficio el exilo, sin imaginar ella que llegaría un día a ser exiliada.
En México, vive como exiliada, primero con la zozobra por el permiso retenido en La Habana para que su esposo Osvaldo Navarro y su hijo Nazim pudieran viajar al D.F. Dice que allí se curó de la nostalgia de exiliada, para curarse de toda remembranza o arrepentimiento.
Allí no abandona la academia y obtienen un doctorado en lenguas modernas en la Universidad Iberoamericana de Ciudad México. Su tesis doctoral fue dedicada al poeta Juan Gelman, quien nació en la Argentina, de padres inmigrantes judíos ucranianos y que vive todavía en México. Y con que entabló una profunda amistad.
Elena en el mismo prólogo confiesa que el exilio es un duelo y ese exilio fractura al hombre en dos: el que asume lo contingente de la vida cotidiana y el que no tiene materialidad, y vive solo en lo ilusorio de la memoria, que trata de recuperarlo.[1]
Supo ella encontrar las estrategias del lenguaje y de la memoria en el poeta exiliado, y militante. Fue tejiendo un puente entre exilio y memoria, muerte y memoria y poesía y memoria.
Asumió el verso del poeta estudiado –Como si la soledad extrema del exilio me empujara a buscar raíces en la lengua, las más profundas y exiliadas de las lenguas.
México fue su segunda patria. Llegó en 1992 y se naturalizó el 25 de octubre del 2000. Fue escogida para hablar ante el presidente en esa ceremonia y su discurso frente a Ernesto Zedillo, fue de un tema: el poeta.
Elena recordó allí a los poetas que acogió el suelo mexicano, mencionando a los cubanos José Martí, José María Heredia y a los españoles Luis Cernuda y León Felipe. Rindió homenaje a los mexicanos Octavio Paz, José Juan Tablada y al cantautor José Alfredo Jiménez.
En el discurso el mandatario precisó - Con razón dijo hace un momento Elena Tamargo --y me conmovió mucho escucharla-- que México es, además, tierra de poetas; nos dijo: "casa-refugio de poetas que han sido obligados a dejar su palabra natal".Bueno, bienvenidos por supuesto los poetas porque nunca ningún país, ningún pueblo, ninguna Nación tendrá suficientes poetas, y bienvenidos todos ustedes, mujeres y hombres de distintas profesiones, oficios y ocupaciones.[2]
Con orgullo afirmaba que en esa tierra aprendió la hermenéutica, que le apoyó el conocimiento del alemán para entenderla y aplicarla. Con esa lógica alemana, nada común en Cabañas, fue elaborando su impresión de otros mundos transcendentales, buscaba una relación lógica con el lenguaje. Buscaba siempre reflexionar, no analizar ni memorizar.
En la capital mexicana fue compaginando el periodismo con la docencia, lo mismo en grandes diarios que en proyectos audaces de revistas y semanarios.
Y aquel país marcó los dolores más profundos y fuertes que llevaba Elena. Falleció Osvaldo allá, y un día le anunciaron la enfermedad que no gustaba de mencionar, por aquello de la fortaleza de la palabra. Con valentía asumió el reto de operación y tratamiento, sin abandonar nunca el aula, dando clases, conferencias, leyendo poesías para educar. De aula al quirófano, del auditorio de conferencias a las sesiones de radiación. Nadie le oyó quejarse, lo hacía con fe y esperanza. Ella consideraba que su poesía era una cicatriz perenne, (poema sobre la carne), abierta constantemente sobre la carne.
A diferencia de los poetas alemanes que ella amaba, la soledad nunca fue su estilo. La familia y sus amigos eran sus constantes. Su casa, donde estuviera, era un santuario de la amistad, procurando que hubiera claridad y luz, amistad y paz.
Esta es mi casa a una gran distancia
Pero ahora solo me importa la luz de su ventana
esa luz está ahí porque él la encendió
y el agua del pastor llega a mi boca
Dejó atrás el D.F. y los planes literarios y el pedestal docente para comenzar una nueva etapa de su vida en Miami. Decía que aquí quería vivir y sanarse. Volvió al periodismo, a las entrevistas, a las fotos, a preguntar y nunca por muy de farándula que fuera el personaje a entrevistarse, dejaba ella de darle un toque serio e intelectual a la entrevista. Sabía encontrar un filo del alma a cada personaje.
Hay sitios que recorre en su poesía que toma para sí – claro que La Habana es uno de ellos, así titula un poemario Habana Tú, pero era de ella también. Cabañas, es el Génesis y vienen Bakú, Sajalin, Moscú, Santo Suárez, DF, Atenas, Samarcanda, Bronx, Monterrey, Neva, etc.
Y en ellos están - Osvaldo Navarro y Nazim Navarro. Él es el poeta, y el hijo presente, quien empina papalote, el nombre escogido.
Era su propósito en la poesía el buscar que los muertos se levanten, que caminen los fallecidos, que la vida prosiguiera, que no se acabara. La eternidad como punto final.
Al tiempo que andaba con esa universalidad a cuesta, sin proponérselo. Tenía el alma cubana a flor de piel. Nunca dejó de sentir el punto guajiro cubano, la trova del Caribe, sin importar donde viviera. El día de su cumpleaños no tenía mejor regalo que unos repentistas levantando la voz y afinando las guitarras. Para Elena el campo cubano, en especial Cabañas, con su bahía y ese entorno de isla, costa, campo, montaña, le unía a toda Cuba. Y esos repentistas, con voz de campo y amanecer iban hilvanando notas y rimas que la hacían vivir de nuevo en la isla.
Un cuadro, una montura, algún farol tiznado
y las espuelas hincan la pared.
Tuvo el inmenso privilegio de compartir con grandes poetas, escritores de todo el mundo, sin dejar de ser modesta. De contar con humildad de los encuentros con Mario Benedetti, con Juan Gelman, Lev N. Gumiliov, y todos los poetas cubanos.
Sus proyectos siempre eran permanentes. Para dar sentido a la vida, y lo mismo dando conferencias, clases o recitando. Con paciencia de educador impartía clases por Internet en varios centros educacionales mexicanos. Y les dedicaba más horas a sus estudiantes que las retribuidas. Pero por eso era Profesora, con mayúscula. Impartían clases en Miami, dando conferencias e inclusive sus alumnos iban al hospital a verle y llevarlos sus cuadernos de notas y proyectos literarios. En medio del dolor y la agonía ella tenía tiempo para repasar esos apuntes.
Lo que tenemos delante es un compendio de sus obras publicadas y varios poemas inéditos. Aquí están sus poemas de los 80 en La Habana, los escritos en el período moscovita, los que reflejan el paso por México y los de Miami. Algunos inéditos también aparecen en este trabajo que viene de la mano de Manny López y Heriberto Hernández. Y va aquí también un especial agradecimiento a la editorial Bluebird que ya ha editado a 15 autores, cubanos y húngaros. Trayendo a esta ciudad poemas y ensayos de Atlanta, Miami, New York y Budapest. Los editores escogieron fragmentos de su obra publicada para tenerlos a mano en un solo libro. Y en el aparecen los versos iniciales de Elena y los inéditos.
Con dignidad afrontó su enfermedad, e inclusive dejo sin terminar una novela sobre el como afrontarla. A pesar de todos los diagnósticos, todos los tratamientos, ella continuaba laborando. Nunca dejó de caminar al teatro, que fue quizás su último refugio. Disfruto como nadie en esta ciudad el último festival de teatro. Iba a todas las obra, y escribía. No era una asistente pasiva. Recuerdo verla aquí en este teatro durante el estreno de El Banquete Infinito el verano del 2011.
Cuando iba a una obra volcaba su sabiduría en las reseñas, que se convertían en casi ensayos sobre el teatro que aparecieron entonces en la prensa local.
Se negaba a dejar de pensar, de crear, de tener proyectos. Y soñaba con vivir en un pequeño pueblo al lado del mar, como recordaba su colega y amiga Elvira de las Casas al fallecer Elena. Fue como genuina poeta romántica y consecuente con Hölderlin, de los poetas que entran con la cabeza descubierta hasta el mismo centro de la tempestad. Así vivió y así murió.
Partió precisamente un día que todos esperaban oír de sus labios los poemas. Y este libro en especial, que ella no deja vacío, sino lleno de poesía.
(Foto de Ivan Cañas) |
Vivir poéticamente. Álvaro Alba.
Toda la poesía del mundo se puede sintetizar en un solo poeta y Elena Tamargo Cordero es uno de esos poetas que extracta toda la poesía del mundo en una sola persona.
Ella es la más universal de todos los poetas cubanos de su generación. Fue desde una bahía al norte de Cuba hacia La Habana y de allí viajó tanto en el lenguaje como físicamente, reconociendo ella que -
Era un pueblo de mar y yo nací.
La filología alemana fue el inicio, y fue la chispa. Comenzó por una lengua difícil; cuando otros en la Colina preferían la literatura inglesa o francesa. Siempre dijo que los misterios germanos le venían desde su natal Cabañas. Esa perfección en su estudio, esa puntualidad y corrección en las tareas es de alemanes, y Elena era puntual, perfecta en sus notas y meticulosa en su trabajo.
Y es que el romanticismo alemán fue su tema preferido y su poeta, Johann Christian Friedrich Hölderlin. Disfrutaba ese modo de hacer poesía conjugándolo con la reflexión germana. En alemán y con Hölderlin, comprendió e interiorizó ella que ser poeta era una “profesión de fe completa”, como confesó en cierta ocasión el genial y atolondrado poeta en una carta a su madre.
Tradujo Elena del alemán versos de ese clásico y con orgullo los presentaba, fruto de su trabajo inicia. Fue la literatura y la filosofía alemana un castillo de valores que fue cimentando la cultura universal de aquella recién graduada universitaria.
En el dolor humano, en el dolor espiritual, está el origen de su poesía y este dolor marcó toda su obra. Ella comprendió que la esencia de la poesía se halla cuando el poeta queda consigo mismo en la suprema soledad de su destino. Tenía ella llevaba enraizada la poesía en su corazón, como el poeta alemán.
He visto a pocos con tanta fe en la poesía, o quizás Elena ha sido la única a quien he conocido con ese compromiso, consciente y predicando el origen divino de la poesía. Tenía ese concepto perenne de lo poético para ver el mundo. Era su prisma. Había poesía y separado - todo lo demás del mundo. Y el poeta fue, es y sería, decía, sagrado, divino, elevado, es casi un mensajero de Dios, un elemento celestial.
Ella compaginaba lo universal de la poesía con el dolor del poeta. Y terminó escribiendo con ese sentido trágico de la vida propia de aquellos alemanes clásicos del romanticismo.
Fue su poesía inicial carente de consignas o llamamientos ideológicos. No se propuso ser una “ingeniera del alma”. Rechaza la labor, confesando que –
Los más elementales atisbos de política,
los efectos y causas me eran también ajenos.
No puede ser enmarcada dentro de una corriente o grupo de la poesía cubana. No es un equipo determinado como gustan de clasificar a los intelectuales cubanos, por aquello de Orígenes, Pensamiento Critico, Novísima o Segunda Novísima, El Caimán, Lunes de Revolución, etc. No entra dentro de esas características de una corriente determinada o grupo literario. Compartía tertulias con todos los poetas de la Isla, y no porque fuera la esposa de uno de ellos, Osvaldo Navarro. Ella era poeta.
Rompe Elena los moldes para ser más que una poeta de la isla o del exilio. Aunque no lo incluían con frecuencia en los poemarios de una u otra orilla, con la excepción de Arcanos de la espera: Veinte poemas cubanos en Miami (2005).
Y disfrutaba de conversar lo mismo con los jóvenes talentos cubanos como Carlos Pintado, Raúl Ortega o Heriberto Hernández, que compartía sabiduría con Orlando González Esteva, Lorenzo Fuentes, Belkis Cuza o Norberto Fuentes.
En la poesía alemana disfrutaba lo mismo un clásico medieval, como lo era Holderling, como al moderno, Paul Celan, a quien consideraba como el más grande del siglo XX en esa lengua.
De la poesía germana se traslada a la rusa con una inmersión total. Deja las aulas cubanas para pasar a los salones de Moscú, donde se recitaban poemas perdidos, olvidados y prohibidos. Llega en una de las etapas más importantes de la historia de ese país – la perestroika. Consideraba un privilegio el vivir la perestroika en Moscú, donde hace sus estudios de postgrado en literatura.
Allí descubrió la obra poética de Anna Andreevna Ajmatova y Marina Ivanovna Tsvietaeva que se le abren en toda su dimensión y dolor; y páginas de la historia que estuvieron por años selladas, prohibidas o mutiladas.
También Serguei Alexandrovich Esenin, Alexander Alexandrovich Blok, Osip Emilievich Mandelshtam y Vladimir Vladimirovich Mayakovsky, los poetas del Siglo de Plata, esos que con nombres propios van de la poesía rusa a la soviética, al margen del realismo socialista. Son esos poetas románticos, llenos de tragedia y dolor; a la mejor manera del alma rusa. Cada vida destrozada de un poeta bajo el estalinismo tenía para ella un simbolismo.
Si tenía que releer algún poeta de esos, Anna A. Ajmatova era la preferida. Tenía una reproducción del boceto que hiciera en 1911 Amadeo Modigliani a la entonces joven poeta rusa en París que acompañaba a Elena de ciudad en ciudad, de casa en casa.
Ella se apropió también del dolor de la poesía rusa, con la tragedia perenne del poeta eslavo. En el ambiente literario de Moscú disfruto los versos de aquellos que se iban abriendo paso de nuevo en las editoriales, y oía, de primera mano, a autores clásicos como Yevgueni Alexandrovich Yevtushenko y compartió con Lev Nikolaevich Gumiliov, el hijo de Anna Andreevna Ajmatova y Nikolai Stepanovich Gumiliov. Detenido Lev durante el estalinismo, cargando las culpas de su padre y los poemas de su madre.
Visitó en la entonces ciudad de Leningrado, la casa No. 34 de la calle Fontanka, donde por más de 20 años vivió Ajmatova, la poetisa que idolatraba. Gustaba Elena no solo de recitar el Réquiem sino de repetir, para que otros supieran ese importante mensaje que lanza la poetisa rusa en un fragmento de su corto, pero monumental poema Réquiem –
-¿Y usted puede describir esto?
Y yo dije:
-Puedo.
Esa fue entonces la tarea de Elena, describir el dolor. Asumió como Ajmatova la misión de contar lo que viera, lo que sintiera. Esa tarea poética de mostrar el dolor que escapa a la vista de otros, del dolor personal, familiar, nacional, universal, del dolor humano y animal. El estoicismo de Ajmatova para soportar el dolor personal y hacer de él poesía, era su paradigma.
Aprovechó aquella época dorada para conocer y ver más. Recordaba que al visitar la casa donde vivió el poeta turco Nazim Hikmet, le venía a la mente un libro publicado en La Habana en los años 70, titulado Duro oficio el exilo, sin imaginar ella que llegaría un día a ser exiliada.
En México, vive como exiliada, primero con la zozobra por el permiso retenido en La Habana para que su esposo Osvaldo Navarro y su hijo Nazim pudieran viajar al D.F. Dice que allí se curó de la nostalgia de exiliada, para curarse de toda remembranza o arrepentimiento.
Allí no abandona la academia y obtienen un doctorado en lenguas modernas en la Universidad Iberoamericana de Ciudad México. Su tesis doctoral fue dedicada al poeta Juan Gelman, quien nació en la Argentina, de padres inmigrantes judíos ucranianos y que vive todavía en México. Y con que entabló una profunda amistad.
Elena en el mismo prólogo confiesa que el exilio es un duelo y ese exilio fractura al hombre en dos: el que asume lo contingente de la vida cotidiana y el que no tiene materialidad, y vive solo en lo ilusorio de la memoria, que trata de recuperarlo.[1]
Supo ella encontrar las estrategias del lenguaje y de la memoria en el poeta exiliado, y militante. Fue tejiendo un puente entre exilio y memoria, muerte y memoria y poesía y memoria.
Asumió el verso del poeta estudiado –
México fue su segunda patria. Llegó en 1992 y se naturalizó el 25 de octubre del 2000. Fue escogida para hablar ante el presidente en esa ceremonia y su discurso frente a Ernesto Zedillo, fue de un tema: el poeta.
Elena recordó allí a los poetas que acogió el suelo mexicano, mencionando a los cubanos José Martí, José María Heredia y a los españoles Luis Cernuda y León Felipe. Rindió homenaje a los mexicanos Octavio Paz, José Juan Tablada y al cantautor José Alfredo Jiménez.
En el discurso el mandatario precisó - Con razón dijo hace un momento Elena Tamargo --y me conmovió mucho escucharla-- que México es, además, tierra de poetas; nos dijo: "casa-refugio de poetas que han sido obligados a dejar su palabra natal".Bueno, bienvenidos por supuesto los poetas porque nunca ningún país, ningún pueblo, ninguna Nación tendrá suficientes poetas, y bienvenidos todos ustedes, mujeres y hombres de distintas profesiones, oficios y ocupaciones.[2]
Con orgullo afirmaba que en esa tierra aprendió la hermenéutica, que le apoyó el conocimiento del alemán para entenderla y aplicarla. Con esa lógica alemana, nada común en Cabañas, fue elaborando su impresión de otros mundos transcendentales, buscaba una relación lógica con el lenguaje. Buscaba siempre reflexionar, no analizar ni memorizar.
En la capital mexicana fue compaginando el periodismo con la docencia, lo mismo en grandes diarios que en proyectos audaces de revistas y semanarios.
Y aquel país marcó los dolores más profundos y fuertes que llevaba Elena. Falleció Osvaldo allá, y un día le anunciaron la enfermedad que no gustaba de mencionar, por aquello de la fortaleza de la palabra. Con valentía asumió el reto de operación y tratamiento, sin abandonar nunca el aula, dando clases, conferencias, leyendo poesías para educar. De aula al quirófano, del auditorio de conferencias a las sesiones de radiación. Nadie le oyó quejarse, lo hacía con fe y esperanza. Ella consideraba que su poesía era una cicatriz perenne, (poema sobre la carne), abierta constantemente sobre la carne.
A diferencia de los poetas alemanes que ella amaba, la soledad nunca fue su estilo. La familia y sus amigos eran sus constantes. Su casa, donde estuviera, era un santuario de la amistad, procurando que hubiera claridad y luz, amistad y paz.
Esta es mi casa a una gran distancia
Pero ahora solo me importa la luz de su ventana
esa luz está ahí porque él la encendió
y el agua del pastor llega a mi boca
Dejó atrás el D.F. y los planes literarios y el pedestal docente para comenzar una nueva etapa de su vida en Miami. Decía que aquí quería vivir y sanarse. Volvió al periodismo, a las entrevistas, a las fotos, a preguntar y nunca por muy de farándula que fuera el personaje a entrevistarse, dejaba ella de darle un toque serio e intelectual a la entrevista. Sabía encontrar un filo del alma a cada personaje.
Hay sitios que recorre en su poesía que toma para sí – claro que La Habana es uno de ellos, así titula un poemario Habana Tú, pero era de ella también. Cabañas, es el Génesis y vienen Bakú, Sajalin, Moscú, Santo Suárez, DF, Atenas, Samarcanda, Bronx, Monterrey, Neva, etc.
Y en ellos están - Osvaldo Navarro y Nazim Navarro. Él es el poeta, y el hijo presente, quien empina papalote, el nombre escogido.
Era su propósito en la poesía el buscar que los muertos se levanten, que caminen los fallecidos, que la vida prosiguiera, que no se acabara. La eternidad como punto final.
Al tiempo que andaba con esa universalidad a cuesta, sin proponérselo. Tenía el alma cubana a flor de piel. Nunca dejó de sentir el punto guajiro cubano, la trova del Caribe, sin importar donde viviera. El día de su cumpleaños no tenía mejor regalo que unos repentistas levantando la voz y afinando las guitarras. Para Elena el campo cubano, en especial Cabañas, con su bahía y ese entorno de isla, costa, campo, montaña, le unía a toda Cuba. Y esos repentistas, con voz de campo y amanecer iban hilvanando notas y rimas que la hacían vivir de nuevo en la isla.
Un cuadro, una montura, algún farol tiznado
y las espuelas hincan la pared.
Tuvo el inmenso privilegio de compartir con grandes poetas, escritores de todo el mundo, sin dejar de ser modesta. De contar con humildad de los encuentros con Mario Benedetti, con Juan Gelman, Lev N. Gumiliov, y todos los poetas cubanos.
Sus proyectos siempre eran permanentes. Para dar sentido a la vida, y lo mismo dando conferencias, clases o recitando. Con paciencia de educador impartía clases por Internet en varios centros educacionales mexicanos. Y les dedicaba más horas a sus estudiantes que las retribuidas. Pero por eso era Profesora, con mayúscula. Impartían clases en Miami, dando conferencias e inclusive sus alumnos iban al hospital a verle y llevarlos sus cuadernos de notas y proyectos literarios. En medio del dolor y la agonía ella tenía tiempo para repasar esos apuntes.
Lo que tenemos delante es un compendio de sus obras publicadas y varios poemas inéditos. Aquí están sus poemas de los 80 en La Habana, los escritos en el período moscovita, los que reflejan el paso por México y los de Miami. Algunos inéditos también aparecen en este trabajo que viene de la mano de Manny López y Heriberto Hernández. Y va aquí también un especial agradecimiento a la editorial Bluebird que ya ha editado a 15 autores, cubanos y húngaros. Trayendo a esta ciudad poemas y ensayos de Atlanta, Miami, New York y Budapest. Los editores escogieron fragmentos de su obra publicada para tenerlos a mano en un solo libro. Y en el aparecen los versos iniciales de Elena y los inéditos.
Con dignidad afrontó su enfermedad, e inclusive dejo sin terminar una novela sobre el como afrontarla. A pesar de todos los diagnósticos, todos los tratamientos, ella continuaba laborando. Nunca dejó de caminar al teatro, que fue quizás su último refugio. Disfruto como nadie en esta ciudad el último festival de teatro. Iba a todas las obra, y escribía. No era una asistente pasiva. Recuerdo verla aquí en este teatro durante el estreno de El Banquete Infinito el verano del 2011.
Cuando iba a una obra volcaba su sabiduría en las reseñas, que se convertían en casi ensayos sobre el teatro que aparecieron entonces en la prensa local.
Se negaba a dejar de pensar, de crear, de tener proyectos. Y soñaba con vivir en un pequeño pueblo al lado del mar, como recordaba su colega y amiga Elvira de las Casas al fallecer Elena. Fue como genuina poeta romántica y consecuente con Hölderlin, de los poetas que entran con la cabeza descubierta hasta el mismo centro de la tempestad. Así vivió y así murió.
Partió precisamente un día que todos esperaban oír de sus labios los poemas. Y este libro en especial, que ella no deja vacío, sino lleno de poesía.
[1]Juan Gelman: Poesía de la sombra de la memoria. Universidad Iberoamericana. Departamento de Letras. México D.F. 2000, pág 11.
Thursday, January 26, 2012
Última función de Virginia en Miami este viernes.....
Última función en Miami. Viernes 27 de enero a las 8 y 30 PM.
Akuara Teatro Sala Avellaneda
4599 SW 75 Ave
Miami FL. 33155
786-853-1283
Wednesday, January 25, 2012
Esta noche con Viviam López en su programa "Cubaneando" en WDNA
Tuesday, January 24, 2012
En Miami en Escena con la periodista Rosana López-Cubas sobre Elena Tamargo
- Pregunta obligada, ¿cuál es el legado que dejó la escritora Elena Tamargo?
-Además de una obra poética, ensayo, crítica y una novela que no logró terminar de escribir, su legado también es el recuerdo de esa mujer brillante, envuelta en la melancolía pero siempre lista para regalar una sonrisa.
¿Cómo nace la idea de publicar Días ya vacios?
-El poeta Heriberto Hernández quien también dirige BlueBird Editions planeaba hacer un libro de la poesía publicada de Elena y varios poemas inéditos. Nos pusimos a trabajar los tres, y este es el resultado de aquellos meses de ardua labor. Elena llegó a tener en sus manos una prueba impresa de su libro, y revisó todos los detalles del mismo con nosotros.
-¿Cómo se sintió de ver su libro?
-Estaba muy contenta con el resultado final.
- Tamargo fue poseedora de una pluma versátil: poesía, narrativa, ensayo, artículos, ¿se ha pensado en publicar sus obras completas?
-Así es, Elena era una escritora muy versátil. De hecho su último año colaboró con el Nuevo Herald escribiendo crítica de teatro. Pero Elena era una poeta y aunque me decía que en los últimos tiempos lo que más le gustaba escribir era ensayo, siempre volvía a la raíz… a su adorada poesía. Por ahora no se que pasará con su obra. Su hijo Nazim Navarro está encargado de todo.
-¿Cuáles fueron los temas que le generaron mayor preocupación en su papel de intelectual?
-Elena tenía proyectos… y una de las cosas que más le preocupaba era la educación de los niños. Ella tenía varios proyectos pendientes para incentivar a los más pequeños a tener una mejor educación.
Elena publicó una serie de libros, ¿quedaron libros inéditos? ¿serán publicados en algún momento?
-La verdad no te puedo responder exactamente, si sé que quedó un capítulo de una novela que no terminó, como ya te comenté antes. De otro lado, en los años que vivió aquí en Miami, escribió una serie de prólogos para varios libros de amigos, y palabras de presentación los cuales ella quería reunir en un libro. Vamos a ver que se puede hacer en el futuro con todo esto.
Monday, January 23, 2012
Cartas Cruzadas: La amistad que se prueba
Postal III. 23 de agosto de 1953
(De Cintio Vitier y Fina García Marruz a Jose Lezama Lima)
(Ilustración: Antoine’s Restaurant 713 St. Louis St. New Orleans)
(Matasellos: New Orleans, 23-8-1953)
Querido Lezama:
Anoche, en este restaurant (que tiene tantos sabores del 19 francés que Ud. tanto ama) Cintio me decía "no me consuelo de noestar aquí con nuestros amigos". ¿Y en quién pensábamos, de modo especial, sino en Ud.? Cuídese, querido amigo y vea que siempre estarán muy cerca de Ud.
Fina y Cintio.
Saludos muy afectuosos a su mamá.
(Postal manuscrita por Fina García Marruz)
Devant les délices de l’Antoine, je pense à vous. Mais, c’est
toujours la même chose: on pense a l’autre, et <> est derrière
nous, soufflant le mot juste et le rire, fantasmagorique.- Votre
veritable ami.
-Cintio
(Manuscrito en el margen superior derecho por Cintio Vitier. La traducción hecha por el Prof. Claudio Canello Sanmartino es la siguiente:
Ante las delicias de Antonio, pienso en ti. Pero siempre pasa
lo mismo: piensas en el otro y él está detrás de ti
susurrando la palabra justa y con una risa fantasmagórica.
Vuestro verdadero amigo.
(Tomado del libro, La amistad que se prueba. Cartas cruzadas, José Lezama Lima-Fina García Marruz, Medardo Vitier Y Cintio Vitier. Estudio introductorio, transcripción, notas, cronología, y bibliografía de Amauri Gutiérrez Coto)
Saturday, January 21, 2012
Friday, January 20, 2012
Thursday, January 19, 2012
Fragmento del poema La Canción de Icaro de Carlos Díaz Barrios
Yo soy el que se apoya en el aire,
porque es sólido,
o por lo menos,
no se hunde tan fácil.
Yo soy el que conspira cada noche,
pero a la vez no quiero
ser el verdugo por la ternura.
No quiero un poco más
de lo que es difícil.
No quiero esa parte del cielo
que uno ve por las ventanas
porque es infalible.
No quiero esa orilla de sal de sueño
porque a veces hay que despertar.
No quiero visitar la casa del minotauro
y su perfil de mujer cuando está triste.
Carlos Díaz Barrios
Tomado del libro, La Canción de Icaro ( Colección Opus)
Wednesday, January 18, 2012
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