¡Ay, Poesía!
Abres la puerta de un empujón,
con tu clásico aire sorprendido,
como si yo te hubiera llamado,
arrastrándome a no sé qué negocio,
lanzando imprecaciones.
Ahora no puedo ¡vete! tengo visita,
compré un castillo de verdad,
aquí están mis héroes: los minutos.
Vendrán a rescatarme
la oficina y el orden.
En tu ausencia cambié: Lloré tu muerte,
oficié misas,
me puse para siempre el velo negro
que tanto te gustaba rasgar
en plena vía pública,
y cobré tu seguro de vida.
Teresa María Rojas
(Tomado del libro, Hierba dura)
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