La mujer se despierta en las mañanas sonriendo a los gorriones,
toma su café pausadamente mientras mira a los árboles en flor
y hace historias que conmueven. Yo la escucho desde alguna parte
de mi ser adormecido, e imagino sus dedos recorrer
palmo a palmo
los pliegues de la harina mojada, la pequeña estatua de papel
que va
cobrando vida y le habla de un siglo que pereció
entre los mármoles austeros del tiempo.
Nada es igual, pero todo converge en esa esquina detenida del
incunable desdibujado, de la letra que poco a poco se borra
para ser rostro, velo de virgen encantada, niño desde ahora exonerado
por el afán de rescatar su esencia.
La mujer se desliza por la estatua y vuela
3 comments:
hermoso Karin, todo el vuela.
Teresa.
Con palabras moldeste una preciosa escena. Gracias Karin
Alexis
Muchas gracias, Manny querido! Y a las personas que han comentado todo mi agradecimiento! Besos.
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