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Welcome to my blog! Sometimes, I write in Spanish, others in English, but basically this is my daily diary of sorts. Los invito a mi blog, que es como un diário de mis eventos y escritos que a veces son en español, y a veces en inglés...

Monday, September 28, 2009

POESIA MUJER (Ultimo de una serie de tres: la clásica) de Olga Connor en El Nuevo Herald


POESIA MUJER (Ultimo de una serie de tres: la clásica)

Elena Tamargo es ensayista y poeta, ha publicado: Sobre un papel mis trenos, Habana tú, El caballo de la palabra, Bolero, clave del corazón y Hay que vivir el momento: 101 boleros. Este último lo tengo sobre mi piano, pues es la constatación en la antología de esta poeta, de que un bolero es un poema, que nació en nuestra ``Provenza desplazada'' --cuna del romance trovadoresco--, Santiago de Cuba, a fines del siglo XIX. Y por eso creo que también impacta el alma de Tamargo, quien tradujo a Federico Hölderlin, el romántico alemán. Germanista y filóloga, Tamargo es, sobre todo, creadora. Ella sabe su oficio, altamente reconocido: Premio de Poesía de la Universidad de La Habana, en 1984, y Nacional de Poesía de Julián del Casal, 1987, entre otros premios.

En la Galería Zú, Tamargo completó el cuadrivio de mujeres poetas, y a ella la califico de clásica, por sus creaciones armoniosas y simétricas que tanto reflejan su personalidad. Es una poesía que hace sentir lo que ella siente, como la del alma gemela que buscaba María Grever en su canción. Ese estilo puede estar influenciado por Hölderlin que exaltó e imitó a los clásicos griegos, y pensaba que los poetas tenían una misión divina. Tamargo escribe como si encarnara esa pasión, como se ve en El último poema del año del alma, con un epígrafe: ``Soy sólo un trueno de la voz sagrada'' (Stefan George). ``El año en que amaba /alguien tenía mis ojos/los llevaba en las manos como anillos/como pedazos de zafiros/los cuidaba desde que se habían cerrado. /El ganaba y perdía, pero no se asomaba a las ventanas,/guardaba lo demás como mis ojos/las actas, su nombre, la peor de sus horas. /Los tulipanes en Moscú lo habían decapitado/y desde entonces bebíamos juntos leche negra del alba. /Bebíamos y bebíamos,/del cántaro y del cráter/y también de mi mano,/más lo que ahora se hunde, a quién le pertenece,/rosa de quién, si nadie me moldea,/fuimos serenos floreciendo/y ya rosa de nadie./Quiero mejor ser leña de un hogar/y calentar la leche de los niños,/porque esos ojos míos del ochenta y siete/que aquél cuidaba/están bajos/llorando/cansados de no poder dormir en las camas donde nos acostamos/ellos y yo/a vivir del esplendor/cuando la luz se enciende/o cuando se derriten los corazones de oro/de los niños/que beben la leche negra del alba''.

Los ojos en este poema encierran el alma y el sentimiento, la vida y el sufrimiento, y el pasar de las horas vívidas en compañía. Es por los ojos que percibimos y asimilamos el entorno y ella los había entregado. El escritor Osvaldo Navarro, su esposo, falleció en México hace poco más de un año, pero antes habían vivido en La Habana y Rusia, y habían compartido esa vida de escritores, con los amigos y su hijo Nazim. Por eso, su tristeza está colmada de alegría y su alegría de tristeza en estos versos que en forma de imágenes plásticas describen lo que se tiene y lo que se pierde, lo que se cuida y lo que en un final se desgrana. •

olconnor@bellsouth.net


Foto de Marta Ramos

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