Lacret 659
Tal vez ya nadie habite nuestra casa
pero su lento palpitar perdura.
Alguien vendrá a su reja
apenas conmovida.
Tal vez finjan las lámparas
su luz en el vacío
o la llave del agua se desangre.
En las noches la pienso conturbada
persiguiendo la forma de una estrella
que ilumina el portal.
En las noches sin luces la recuerdo también.
Tres golpes en la aldaba del amigo
y el amargo sonido que adivina
la última derrota de un amor.
Casa bruñida, casa alerta
casa sumisa y pertinaz
mi lágrima se seca en tu cocina
como un sudor hostil
el aire se coagula en tus rincones
puntual, exacto, neto
y las palabras, oh látigos feroces
de los tibios poetas que venían
a dejarnos sus tuertas espirales
sus ponzoñas.
Ay, casa de mis escalofríos
descarnada lección, suplicio propio
no cambies tu osadía.
Elena Tamargo
(Tomado de Antología de la poesía cubana del exilio)
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