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Lejanos del egoísmo inherente a tantos autores, personas como Manny López donan una buena parte de su tiempo en favor del semejante.
Félix Luis Viera, México DF
15/07/2011 (Tomado del blog Cubaencuentro)
A lo largo de la historia ha habido personas nacidas con esa vocación tan especial y necesaria de promover las artes y la cultura en general; en ocasiones ellas mismas han sido creadoras, pero han compartido sus esfuerzos entre la creación de sus obras y el favorecimiento de las demás. El promotor cultural a que me refiero es alguien noble, su labor es altruista, y a veces queda en el olvido. Lejanos del egoísmo inherente a tantos autores, estos amantes del quehacer y la creación artística, como decía antes, donan una buena parte de su tiempo en favor del semejante.
Sobre todo por ser una ciudad joven, Miami, lógicamente, carece de ancestros culturales. Por ser tierra de emigrados —de emigrados económicos— de diferentes latitudes latinoamericanas, nos es dable que esta ciudad se caracterice por el consumo de bienes culturales, o al menos de esos bienes culturales que suelen ser llamados de “refinamiento”. Quisiera aclarar algo que, sin embargo, es obvio: la cultura, como tal, incluye costumbres, rasgos de la identidad nacional, y otros elementos. Y éstos, claro, se hallan presentes en cada segmento de las nacionalidades residentes en Miami, incluida la estadounidense. Estos son los que llamamos focos culturales. Y, groso modo, debemos considerar que serán, con unos perfiles y otros, los que habrán de forjar la Cultura de Miami, algún día.
Otra cosa son los focos de animación cultural, cuyo propósito es llevar a la población los más diversos géneros artísticos con el objetivo del acrecimiento del consumo de arte, literatura y cultura en general.
“Miami es una ciudad plástica”, a nadie le interesa la cultura, se oye decir. Quienes esto afirman se están refiriendo más bien al poco consumo de las obras de arte. De las obras de arte, quiero enfatizar.
Al menos en los últimos años, en lo que se refiere al exilio cubano, se ha producido en aquella ciudad un advenimiento de focos culturales que ya se hacen notar tanto allí como en la prensa internacional. Poetas, dramaturgos, pintores, críticos, periodistas cubanos desempeñan una labor desinteresada en favor de la estimulación de las artes. Han surgido tertulias sistemáticas, revistas, editoriales, puestas en escenas y otras actividades novedosas.
Una de las personas que, sin ningún beneficio a cambio —si exceptuamos el placer de sentirse útil—, ha obrado para estas consecuciones, es el poeta Manny López. Solo he tenido conversaciones fugaces con López, de modo que no soy el más indicado para referirme a sus virtudes. Para esto me remito a las opiniones que destacados intelectuales y artistas cubanos exilados en Miami han vertido sobre él. “La nobleza, el desinterés en persona, y un ser antológicamente solidario”, me escribía una poeta cubana recientemente.
Manny López nació en Morón, Cuba, en 1969 y según sus propias declaraciones: “Desde niño siempre he estado involucrado de algún modo con las artes, la literatura, en fin, siempre he sido muy entusiasta al promover algo, ayudar a las personas que lo hacen, y todo lo relacionado con ello”.
En diciembre de 2006, López inauguró Zu Galería, en la calle 8 y la 22 avenida del SW, donde organizó, hasta 2010, fecha en que debió cerrarla, exposiciones mensuales, tanto colectivas como individuales, donde se mostraron al público creaciones de la cerámica, la fotografía, la escultura y la orfebrería, entre otras. Zu Galería también se destacó por la realización de donaciones, así como por el apoyo a varias organizaciones sociales, artísticas y políticas. Mención aparte merece la recaudación de fondos, por medio de ventas de obras de las artes plásticas, para ayudar a las víctimas del terremoto en Haití, en este caso con el apoyo del artista Julio González Consuegra. Una notable cantidad de artistas de las artes visuales expuso en Zu Galería durante los cuatro años en que ésta se mantuvo; ninguno tuvo que aportar dinero alguno para ello, como sí ocurre en otras salas de exposición.
Manny López comienza en 2008 lo que tituló Noches de Poesía, pues según sus propias palabras, “también quería incluir el mundo de la literatura en mi pequeño lugar”. Mes tras mes han concurrido a esta actividad importantes poetas residentes en Miami y otros radicados en diversas ciudades. Destaca el homenaje realizado en la galería a la poeta Pura del Prado, que contó con un numeroso público y la participación de su hijo, René Pedraza. Haría muy larga esta crónica si citara a todos los poetas que han participado en las tertulias organizadas por Manny.
Él dedicaría el mes de junio de 2010 a destacar el trabajo de 30 artistas cubanos que arribaran a Estados Unidos llegados desde el Puerto del Mariel, tres décadas antes. Farewell to the Sea, se tituló esta exposición que según los entendidos contó con un catálogo para conservar y que incluyó las obras de creadores ya entonces fallecidos, como Carlos Alfonzo. A la par, fue exhibido el documental 90 millas, de Juan Carlos Zaldívar y se llevó a cabo un panel donde se trató sobre las experiencias del Mariel, en el cual participaron protagonistas del éxodo.
Desde hace par de años, Manny López organiza la Semana Alternativa de la Literatura Cubana, que corre paralela a la Feria Internacional del Libro de Miami y que ha tenido una considerable repercusión; en ella han participado escritores cubanos afianzados en diversos países.
Creo que destacar y divulgar la labor de personas como Manny López es un deber de todos los cubanos que amamos nuestras artes y nuestra cultura.
Se afirma que la sociedad estadounidense —incluida, claro, Miami, así como los extranjeros naturalizados— está materializada, metalizada, deshumanizada, cosificada. Pero persiste la esperanza: “Lo que hago es por la cultura de mi país y del lugar en donde habito. Y sí, soy un hombre pobre, pero el placer del espíritu no tiene precio”, ha declarado Manny López.
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