POETA SIN TUMBA
Me levanté y regresé a casa, a la palabra
Hilde Domin
Las plegarias no sirven
el dios rehúsa
ve morir a los hombres
y va labrando su sueño.
El poeta camina cargado de dolores
suavemente murmura: no me olviden.
Tenía como todos sus días ya vacíos
un dolor profundo y suyo
mas no palidecía.
Oyó lo que la tierra sorda dice.
No sabía rezar.
Había bebido la sangre
y la imagen que había en la sangre.
Reza, Señor, reza tú, −solía decir−, estamos cerca.
Iba al abrevadero
y derramaba sangre.
Había días para la vida baja
el murmullo de amor como un lamento
y lectores asesinos de hombres y elefantes
que esperaban de él, tranquilamente, el balbuceo
una amarga fatiga de palabras
porque también jugó tranquilo a las palabras.
Se agitó como el fuego que raja las montañas
y se fue.
Febrero por la tarde ahora es hace tiempo.
Está ahí con las flores.
Cavamos él y yo una tumba en el aire.
Caven el aire más profundo, y canten −gritaba−
canten con más tristeza los violines, y suban como
humo a la tumba en las nubes
que se ha muerto un poeta
humo a la tumba en las nubes
que se ha muerto un poeta
inasilado−inarchivado−inasistido
sin lápida−sin tumba−sin ciprés.
Elena Tamargo
(Tomado del libro, Días ya vacíos (Bluebird Editions))
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